Ir al contenido principal

Mama Samateh y Bombo Ndir: Soñamos acabar con la ablación en diez años

Las cooperantes trabajan como mediadoras con mujeres que, viviendo en nuestro país, sufren la mutilación genital femenina.


Mama Samateh es de Gambia, lleva 26 años en Catalunya trabajando para la Asociación de Mujeres Anti-mutilación en España (AMMA). Le practicaron una ablación a los diez años. Tiene una hija de 30. Bombo Ndir, de Senegal, es miembro del Equip de Sensibilització contra les Mutilacions Genitals Femenines (Equis), llegó aquí hace once años y contesta en catalán. Tiene siete hijos. Las dos trabajan como mediadoras con mujeres que, viviendo en nuestro país, sufren la presión de quienes quieren perpetuar estas prácticas. Ambas participaron en la Jornada contra la Mutilación Genital Femenina organizada ayer con la colaboración la Obra Social Fundació La Caixa, el Departament de Salut y el de Acció Social i Ciutadania.

¿A quiénes les cuesta más convencer de los peligros y el horror de practicar mutilaciones genitales?
Mama Samateh. Las jóvenes ya están convencidas. Las que no entran en razón son las que tienen más de 40 años.
Bombo Ndir. Yo me he dado cuenta, con el tiempo, de que a quien teníamos que sensibilizar no era a ellas. Era a sus hombres. Ellos, que no conocen el cuerpo de una mujer, lo ven con distancia. No se puede entender lo que no se sufre.
¿Cuál es la situación en sus países de origen?
M.S. En Gambia siguen mutilando. No está penalizado. Aplican el nivel 1, cortar sin infibular, sin coser. Aunque algunas tribus siguen cerrando la herida después de realizarla para "guardar la virginidad de la chica", de modo que ellas sienten mucho dolor después, tienen partos terribles y les afecta a otros órganos. Les están negando el placer sexual y les cuesta tanto orinar que tienen que aplicarles una sonda.
B.N. En Senegal existe una ley de 1999 que insta a no realizar mutilaciones. Pero se van a Gambia y lo hacen allí.
¿Ustedes sufrieron una ablación?
M.S. Sí, a los diez años, cuando aún no tenía capacidad para reflexionar más allá del dolor que sentí. A mi alrededor –soy mandinga– todo el mundo lo hacía. Necesité años para darme cuenta del horror que comporta.
B.N. En mi caso, soy la más pequeña de la familia y la más rebelde. Por suerte soy wolof, una etnia que no practica la ablación. Pero si te casas con un hombre de otra etnia, entonces tienes que obedecerle y mutilar a tus hijas. Según el código familiar, los hijos e hijas son propiedad del padre. A mi mejor amiga se lo hicieron a los once años, pasó de ser una niña feliz a una sombra triste.
¿Hasta qué punto lo practican los inmigrantes en Catalunya?
M.S. Todavía demasiado. Cuando se instauró en España un protocolo que prohibía la ablación, el truco era que se llevaban a las hijas de vacaciones, las mutilaban allí. Con el segundo protocolo, el control es más estricto. Si vemos que hay peligro avisamos a los Mossos.
B.N. El primer día que subí a la tarima con un maniquí del cuerpo femenino y sus órganos sexuales, las mujeres se tapaban los ojos. Ahora al revés: nos reclaman para que vayamos a dar conferencias y las muchachitas nos piden que sus madres salgan de la sala para poder hacernos preguntas.
Hace diez años no les escuchaban
M.S. La primera reunión fue en 1998, en Girona, con mujeres gambianas. Todas creyeron que yo estaba loca, no querían saber nada, se iban de la reunión. Me miraban con horror. Cuando llegué a casa tenía decenas de mensajes en el contestador: "Eres mal espíritu, no debes hablar de estos temas, ten cuidado con los blancos, te influyen..."
Si las jóvenes ya lo tienen asimilado, ¿cuántas generaciones quedan para que ustedes puedan dejar su trabajo de mediadoras?
B.N. Soñamos con que en diez años ya no se practique ninguna mutilación. Lo conseguiremos si les damos formación, estoy segura. Basta con darle poder de decisión a la mujer y no bajar la guardia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bombo ndir: «Qui ha de liderar la lluita contra la mutilació genital femenina és la dona africana»

El 6 de febrer és el Dia Mundial de Tolerància Zero amb la Mutilació Genital Femenina. Cada dia 6.000 nenes d'entre 4 i 10 anys són sotmeses a aquesta pràctica segons UNICEF. L'activista Bombo Ndir explica a NacióDigital la seva experiència combatent la mutilació. Avui 6 de febrer es commemora el  Dia Mundial de Tolerància Zero amb la Mutilació Genital Femenina  (MGF). Segons l'Organització Mundial de la Salut (OMS), la MGF comprèn aquells procediments que, de forma intencional i per motius no mèdics, alteren o lesionen els òrgans genitals femenins. "Per què a mi no em feu una cerimònia tan maca com la que li han fet a la meva companya de classe" –va preguntar amb enveja la  Bombo Ndir  quan tenia 11 anys– "Tu ets dona i ets musulmana com ella, però nosaltres no seguim aquesta tradició" li va contestar la mare. Des de la seva mirada innocent, ella desconeixia en què consistia el ritual que simbolitza el pas de l'infantesa a l'edat adulta

Bombo Ndir. “Tothom ha de tenir el dret a fugir”

“Quan els europeus van venir al meu país no portaven visat”, assenyala amb ironia la Bombo Ndir, nascuda al Senegal. Aquesta mediadora intercultural, que viu a Barcelona des de fa 17 anys, defineix el procés migratori com un túnel: “Entres a un lloc i, quan en surts, a l’altra banda t’hi pots trobar moltes sorpreses”. Ella coneix bé els perills i la foscor d’aquest “túnel”, no només per l’experiència pròpia sinó per la dels immigrants -sobretot dones- que ha ajudat com a agent d’acollida de l’Ajuntament de Granollers, fins fa tres anys, i com a presidenta de l’Associació de Dones Immigrants Subsaharianes (ADIS). La Bombo va ser pionera de la immigració femenina quan va marxar del Senegal després de divorciar-se l’any 1998. Des de llavors ha vist créixer a poc a poc el nombre de dones que, com ella, fan el salt per compte propi. “Ara les dones envien tauletes als seus fills que són a l’Àfrica per ajudar-los amb les mates per l’Skype”, explica. Tant han canviat els temps. La Bom